Estoy de viaje. Todo empezó hace casi 3 años y no tengo billete de vuelta. Este es el viaje más inesperado y desconocido en el que me he embarcado. Un viaje que jamás imaginé ni planeé, pero que llegó a mi vida para ponerla patas arriba, para hacerme dudar de muchas cosas y reafirmar muchas otras. Un viaje lleno de emociones desde el primer momento, con muchas luces y algunas sombras, con cantidad de risas y llantos, esperanzas e incertidumbres.
Es un viaje único y tan personal que sólo pueden comprenderlo quienes han vivido algo parecido. Es un viaje totalmente personalizado, hecho a mi medida, o no, quizás yo esté haciéndome a medida del viaje. Es un viaje en el que una parte de mí ha desaparecido y ha nacido una nueva, una versión mejorada pero muy mejorable.
En este viaje no estoy sola y no sé cual va a ser el siguiente destino. Es un viaje de improvisación y de aprendizaje continuo, de inicios y finales, de cerrar puertas y abrir ventanas. Es un viaje por etapas, en el que a veces hay salto de obstáculos y otras veces remas a favor de la corriente. De fluir, dejarse llevar y también de luchar por salir a flote.
Es un viaje agotador, pero tan maravilloso, increíble, impresionante y loco. Tan profundo y desenfrenado a la vez, que parece que el tiempo vuele. Se me escapan los momentos de las manos y quiero parar, respirar i disfrutar de cada instante de esta aventura que me ha regalado la vida.
Quiero contar, compartir muchos momentos, imágenes, sonidos, olores, sabores de este viaje, pero es tan intenso que no quiero perder ni un minuto en otra cosa que no sea vivirlo y por eso, hace más de dos años que no escribo en este blog. Pero hoy he decidido que ya es el momento y que hay muchas cosas que han ocurrido a mi alrededor mientras yo estaba inmersa en mi viaje. Cosas que merecen ser escritas, compartidas, que necesitan salir de esta cabecita mía, así que, me propongo escribir un poco más y contaros que no solo vuelan los aviones...
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