viernes, 4 de septiembre de 2020

Septiembre con el mapa en rojo

El verano ha sido extraño, pero lo hemos exprimido al máximo. Empezamos en julio con una ruta improvisada en furgoneta, desde Barcelona hacia el sur, haciendo paradas en lugares muy turísticos y con muy poca gente. Visitamos el Cabo de Gata, algunas playas de la costa malagueña, la Serranía de Ronda y la Sierra de Grazalema, volvimos a la costa por Huelva y nos decidimos a cruzar la frontera con Portugal, para conocer el famoso Algarve que nos dejó maravillados. El camino de vuelta a casa fue por el interior, visitamos Badajoz y Mérida y después de 17 días de ruta, estábamos de nuevo en casa, contándoles a todos nuestras aventuras viajando en la nueva normalidad.

Durante nuestra ruta la situación en cada lugar era diferente, pero en general nos encontramos gente cívica que respetaba las normas, lugares limpios y que cumplían con las medidas necesarias. Pudimos visitar sin problema lugares turísticos, hacer excursiones, bañarnos en pozas y playas. Hemos comido riquísimo y hemos sido atendidos estupendamente en cada rincón al que hemos llegado. Nuestra furgo fue nuestra casa todas las noches excepto 2 en las que dormimos en hoteles muy cómodamente.

La verdad es que volvimos a casa con energía renovada y con nuestras ganas de seguir viajando de siempre, así que buscamos el siguiente fin de semana largo que teníamos y reservamos un vuelo a Menorca en pleno agosto. Esta idea en otro momento me hubiera parecido de locas, pero este año, después de haber visto como estaban las cosas, decidí que era un buen momento para visitar la isla. Así que cogimos un avión, tal como os hemos contado en otra entrada y volamos a esa maravillosa isla que tan bien merecida tiene su fama.

El siguiente fin de semana que tuve libre lo compartí con mi madre y otros miembros de mi familia en el mágico Pirineo catalán, paisajes que nunca decepcionan, aire, naturaleza, pura vida y más si la compartes con seres queridos.

Y acabamos el mes de agosto  recorriendo algunos paisajes del Pirineo aragonés, que siempre nos recibe con los brazos abiertos y las montañas llenas de sorpresas.

Me alegro mucho de haber decidido no quedarme en casa y de haberlo compartido con la gente, porque de alguna forma abrimos el camino a nuestros amigos y familiares, después de nuestro viaje, muchos se animaron a disfrutar de sus vacaciones, tomando las debidas precauciones y sobretodo intentando no caer en la psicosis de la pandemia que a algunos había quitado las ganas de viajar.

El verano no ha acabado, pero llega el mes de septiembre y busco un lugar al que viajar fuera de España como venía haciendo cada mes desde hace unos años, y me encuentro que el mapa del mundo está en rojo para nosotros. No podemos viajar a casi ningún lugar del mundo y los que permiten entrar exigen cuarentenas y pruebas. La pandemia no ha desaparecido, la crisis sigue aquí y no nos deja seguir conociendo el mundo. Pero tenemos la suerte de vivir en un lugar con muchísimas posibilidades, con paisajes, ciudades y rincones por descubrir para más de una vida. Así que seguiremos disfrutando de nuestra tierra, y pensando en que pronto se controlará la situación y podremos volver a viajar.


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